martes, 9 de diciembre de 2008
lunes, 8 de diciembre de 2008
LA VOZ DEL VIENTO
El viento me trajo
las señales
de un antiguo mar
esperando por ser
para serte revelado
Aleteando sobre el edredón gris
vestido de sal
me acaricias
rodando hasta mis pies
con su lengua inmensa y blanda
has dejado,
en los vértices
del umbral sombrío,
Como una tropilla desbocada
de antiguas voces;
ancladas en el hueco hondo
del alma.
Vienes a mi
cruel despiadado
cruzas sobre mi
con tu cincel de sal
calando el vientre mudo.
Al fondo del bosque
una manada de lobos
aullan al amanecer.
Las palabras del gentío
reman en las copas
de la arboleda blanca
Remanso puro que giras,
entre los huesos blandos
la palabra calla,
en el río rojo que crujes...
alarido sin voz,
que cabe en el hoyo
de mi mano,
perdón si no digo nada.
Los guardianes de un jardín
sin tiempo
cavan...
en el verde zurco
de la esperanza
clara...
Vigía
de los lirios blancos
que te paseas
por la conciencia gélide
del labio húmedo
del alba.
Yace en el cesped
la rosa futil
de la mano
que se fué
tras el paso blando
del miedo.
Se que estas allí
jugando,
entre los hierros oxidados
de la pérgola china
con tus brazos infinitos
te deslizas...
por debajo de la almohada
has dejado
los rastros del mar,
el trinar de las gaviotas mudas
en el impacto crudo
del tiempo .
Al borde de la cama llueve
y el mar se extiende diáfano
sobre los mosaicos grises
mis pies asombrados
juegan con las olas frías
Se que estás allí.
Por debajo de mi piel
el mar se abre
el mundo se crea
y renace la vida.
Ximena Enet